“Después de esta pandemia creemos que la muerte ya no es una abstracción. Nuestro narcisismo fue derribado por el covid-19, por lo cual debemos poner el acento en la resiliencia y la espiritualidad, como combustibles para entender el mundo que viene”, así referencia el médico psiquiatra, psicólogo y escritor Dr. José Abadi (MN 44.946) en diálogo con INS, anuncia su nuevo libro (“Y el mundo se detuvo”) donde define conceptos relacionados con el impacto psicológico y emocional en las personas, a partir de la presencia del coronavirus en el mundo. “En este libro intento mostrar esos dos tiempos, el del sufrimiento, los duelos y las múltiples huellas que hemos transitado en esta pandemia, así como también, la semilla del posible cambio en términos de aprendizaje, ese don maravilloso que nos pertenece”.
Por Cristina Cartier
La salud mental de las personas en pandemia queda en evidencia en base al registro inédito de niveles de depresión en distintos grupos etarios. Informes oficiales refieren acerca de los sentimientos que enfrentó la humanidad, en los primeros meses de respuesta a la pandemia. El 27% de jóvenes encuestados reportó sentir ansiedad, el 15% depresión, para un 30% la principal razón que influye en sus emociones actuales es la situación económica, en tanto un 46% asegura tener menos motivación para realizar las actividades que normalmente disfrutaba.
¿Cuál sería la primera reacción saludable frente a la pandemia?
“Lo primero que debemos reconocer es que la pandemia nos deja huellas. Ha sido una situación muy dramática. Ha disuelto esa fantasía omnipotente y de invulnerabilidad que teníamos los seres humanos en el siglo 21. Hemos pasado la pastilla de la inmortalidad ante un virus desconocido, lejano e inédito, que puso en jaque a la humanidad”.
¿Cuáles son esas huellas que nos deja la pandemia?
“Ansiedad, angustia, retracción, fobias, depresión. Una estadística muestra niveles de depresión nunca antes conocidos. Un sentimiento de ausencia de futuro, lo cual genera una pérdida de sentido que causa mucha tensión familiar, en las relaciones interpersonales, de pareja, etc. La pandemia nos cambió toda la cotidianidad, hemos vivido en una especie de artificiosidad necesaria, con una cantidad de tiempo de cuarentena exagerada, pero fundamental. Las personas pedían por favor volver a lo habitual, es decir a una vida normal. Todos queríamos nuestra rutina a pesar de que antes nos generaba cierto peso. Ha sido como salir de un desconcierto que estaba ligado a la amenaza, más que a la incertidumbre. Todas estas huellas las debemos elaborar de ahora en más. Debemos conseguir un bálsamo poniéndole palabras a lo ocurrido y volver al diálogo. Este movimiento emocional revela la importancia que tomó el semejante para nosotros”.
¿En qué sentido tomó relevancia el otro para nosotros?
“A veces el otro era el aliado, y al mismo tiempo era la persona que nos podía contagiar. Con lo cual hemos aprendido que cuidar al otro es cuidarnos a nosotros mismos. Para que exista un proyecto tenemos que tener un conjunto. Debemos desarrollar un trabajo para convertir algunas de las situaciones de la crisis en ventanas para un futuro mejor”.
¿Qué podemos rescatar como algo positivo?
“Nada surge espontáneamente, nada obtenemos de casualidad. Lo que las personas encontramos es porque lo hemos buscado. Si no pasamos del “deseo” al “quiero”, en todo aquello que está mediado por la voluntad, no vamos a conseguir nada. Si en cambio aprendemos algo de esto, donde surge lo importante de la educación y el conocimiento, que han sido las herramientas por las cuales las investigaciones más importantes nos brindaron las necesarias vacunas. Donde hay conjunto comunitario es donde las personas supieron cumplir las normas del momento de forma más armónica. La gente sintió que podía experimentar ética, empatía y compasión, por lo cual se sintió acompañado evitando la desesperanza. Lo más importante que podemos rescatar de la situación, es aquello que hemos vivido todas las personas, fue el hecho de estar cerca, con humildad, entendiendo que podemos aprender y acompañarnos, con lo cual es la mejor forma de transitar los duelos, y hacer la elaboración del aprendizaje racional emocional en nuestra vida, que es la clave del ser humano”.