Intestino y cerebro: “Son como una autopista de doble circulación”

El intestino tiene más neuronas que la espina dorsal y actúa independientemente del sistema nervioso central. Los profesionales de la salud tienen cada vez más claro que la función de nuestro sistema digestivo va mucho más allá de simplemente procesar la comida que ingerimos. “A diferencia de cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, el intestino puede funcionar solo. Tiene su propia autonomía para tomar decisiones, no necesita que el cerebro le diga qué hacer”, explican los gastroenterólogos.
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Por Cristina Cartier

INS dialogó con el kinesiólogo Diego Rodríguez, especialista en kinefilaxia, quien detalla lo relacionado a síntomas de disfunciones intestinales y sus posibles soluciones. “Se vive como se siente. Si podemos mejorar el sentir, podremos elegir cómo vivir. Elegir qué comer y cuándo comer, a qué intensidad movernos o con qué profundidad dormir, determina nuestro bienestar diario”, asegura el profesional.

¿El  intestino es el segundo cerebro?

“Es una metáfora que se repite mucho porque es absolutamente real. Los intestinos tienen neuronas, quizá más cantidad que la espina dorsal. Son tantas neuronas que conforman un sistema nervioso con nombre propio (sistema nervioso entérico) que podemos decir que sentimos con los intestinos. Esto sucede fundamentalmente cuando ese estímulo o percepción de lo que está ocurriendo, debe ser informado a una parte del sistema nervioso, que es prácticamente involuntario. Me refiero al sistema nervioso autónomo que regula las neuronas que mencionamos”.

¿Somos lo que comemos?

La alimentación junto con el descanso y el movimiento, conforman el trípode de nuestra salud, que demuestra un estilo de vida en particular, y las posibilidades de despertar algún gen que nos termine enfermando. Al intestino se lo relacionó siempre con un órgano que servía únicamente para ir al baño y sacar la basura fuera de nuestro cuerpo. Actualmente sabemos que se trata de un órgano metabólico, endócrino, que tiene sensaciones que son informadas permanentemente al sistema nervioso para contarle al cerebro cómo estamos por dentro. Si duele la panza, si hay una distención o gases, la persona se siente incómoda. Ese panorama no permite la plenitud ni sentirse sano. Se trata de síntomas que sacan de equilibrio a la persona. A partir de dicha información que generan estos síntomas, el cerebro deberá tomar algunas acciones para recuperar el estado pleno de salud”.

¿Es decir que interactúan las emociones junto con la alimentación?

“Tal cual. La parte del sistema nervioso que regula las neuronas que están ahí, se lo denomina sistema nervioso límbico, que coincide con unos ganglios en la base del cerebro, que intervienen en el estado emocional de la persona. De ahí surgen el estado de ánimo y los sentimientos. Una persona con ansiedad tiene afectado los intestinos, mejor dicho, alguien que tiene afectado los intestinos, termina teniendo un cuadro de ansiedad. Es como una autopista de doble circulación. A veces queremos saber qué es primero, si el huevo o la gallina. Lo que sí sabemos es que una persona que con el tiempo termina con ataques de pánico, ansiedad, o simplemente un estado de ira o bronca, tendrá afectado su sistema inmune, su aparato digestivo, su sistema circulatorio, etc. Actualmente tenemos una mirada mucho mas integral donde todos los sistemas tienen influencia entre sí, se modifican, además de tener la chance de enfermar uno a otro sistema”.

¿De qué manera se pueden mejorar las disfunciones en los intestinos con kinefilaxia?

“Todo surge a partir del dolor crónico. Vienen pacientes con afecciones de larga data, donde los estudios de imágenes no muestran una relación directa entre los resultados de los mismos y el dolor que refiere el paciente. Un claro ejemplo es el dolor lumbar crónico que no siempre refiere un pinzamiento de un nervio o una hernia de disco. Cuando el dolor se instala más de tres meses, hasta un año o más tiempo, debemos empezar a estudiar otros sistemas que pueden afectar al sistema músculo-esquelético. Los órganos que pertenecen al aparato digestivo tienen una influencia directa, muy potente, sobre el funcionamiento de ciertos músculos que están en la misma zona, como el músculo diafragma. Estos se encargan de que el aparato digestivo funcione  correctamente. Ante una disfunción como puede ser un colon irritable, un hígado graso, etc., termina sensibilizando a los tejidos faciales que envuelven los órganos, y que se conectan con las mismas envolturas de los músculos, entonces aparecen contracturas, espasmos musculares, etc. Esta situación se convierte en dolor, pero por más que tratemos el músculo o la articulación, hasta que no se resuelva el aumento de permeabilidad intestinal, la intolerancia ante  determinado grupo de alimentos, todos los músculos de la zona lumbar van a estar haciendo una especie de protección, para que no se lastime o se genere una lesión”.

Es increíble la complejidad del cuerpo humano

“Es apasionante. Debemos pensar que la Universidad prepara profesionales para la ultra especialidad, cuando la realidad nos muestra que debemos integrar a los especialistas. El dolor crónico es la forma más simple de integrarnos porque estamos frente a una persona que sufre, no se entiende la causa, se puede calmar con analgésicos o terapia anti dolor, pero sabiendo que la causa se encuentra en algún lugar especifico. Actualmente nos comunicamos entre nosotros los profesionales de salud, para entender al paciente que sufre manifestaciones a través del esqueleto. Sabemos muy bien que los órganos tienen el poder absoluto. El ser humano se maneja por una cuestión de supervivencia. Los órganos deben funcionar bien sí o sí. El esqueleto debe estar a disposición de las funciones. Entonces manifiesta escoliosis, contracturas musculares, o cualquier disfunción ósea, para que ese órgano siga funcionando aunque no esté completamente bien. Existen dolores que conllevan un colon irritable que se irradia por todo el miembro inferior izquierdo, como si fuera un dolor de ciático. Se trata al paciente por esto último, pero no mejora. Recién empieza a avanzar cuando recibe los tratamientos adecuados para el colon irritable, por ejemplo”.

¿El paciente recibe un diagnóstico que resulta como una condena de por vida?

“Los diagnósticos son como una moneda con dos caras. Es decir que por un lado ofrece certidumbre al ponerle un nombre a un síntoma. Pero es importante comunicar que las personas no deben resignarse a tener un padecimiento que limita o desmejora su calidad de vida para siempre. No debemos permitir la condena de tener un colon irritable o hígado graso, porque sucede que estas situaciones aparecen a causa de nuestro estilo de vida”.

¿Cómo son los ejercicios de kinefilaxia?

“Las pelotitas de tenis son una adaptación argentina a lo que se aprende en otros países. Se usan estos elementos por ser económicos y de fácil acceso. Se trata de ejercicios donde se genera un poco de presión en diferentes puntos del abdomen para poner de manifiesto la tensión que tiene ese individuo. Al percibirla, la persona empieza a respirar, con lo cual la combinación de respirar con el exceso de tensión, hacen un balance tal que alivia. Se puede tomar un globo inflado a la mitad, que quede muy blando. Resulta como una pelota pequeña, con aire adentro, que se adapta o moldea al abdomen. La persona se acuesta boca abajo, coloca el globo (o las pelotitas de tenis) en el ombligo, se toma aire, para que el diafragma baje y haga presión en el globo. Se retiene la respiración durante algunos segundos, y se suelta lentamente. Al principio molesta, pero a medida que la persona hace las respiraciones, la tensión de la zona, que generalmente se debe a un proceso inflamatorio crónico de bajo grado, que es la causante del dolor, se va eliminando de a poco. Se puede aliviar un dolor de cintura, lumbar o cervical, simplemente haciendo estos ejercicios de ato masaje en la zona de la panza”.