Dolor de hombros y calidad de vida

La pandemia deja en evidencia un sinnúmero de consideraciones que se traducen en problemas de salud físicos y mentales. En el listado de consecuencias en las personas se advierte el dolor de hombros. Este malestar físico, que incluye la propia articulación o los músculos, tendones y ligamentos que sostienen las articulaciones, se ha convertido en uno de los males crónicos del momento.
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Lo que observamos post pandemia es un aumento de dolores persistentes como el de hombros. En este caso, a pesar de recibir un tratamiento correcto y pensado, este dolor continúa, transformándose en esa entidad conocida por muchos que es el dolor de hombros”, afirma par INS el kinesiólogo Diego Rodríguez, especialista en kinefilaxia.

¿Cuáles son las características de este tipo de dolor localizado?

Es un dolor que tiene una aparición nocturna. El paciente refiere que estando acostado se despierta, no puede dormir, gira en la posición decúbito (tumbado). Es decir que el dolor de hombros aparece generalmente en el reposo, lo cual nos orienta para descubrir que origen tiene ese problema”.

¿Por qué aparece en situación de reposo?

Porque en esa postura hay partes del cuerpo que reciben mayor caudal sanguíneo que cuando se está de pie o en otra situación. En este caso, cuando la persona se acuesta el hombro recibe mayor cantidad de sangre, sabiendo que esa estructura está sufriendo un proceso inflamatorio. Por lo general la base del problema es una inflamación de bajo grado, que ante determinada circunstancia, con la sumatoria de ciertos factores, el hombro se vuelve sintomático”.

¿Es un dolor difícil de tratar?

Verdaderamente es difícil de tratar porque es muy complejo. El hombro es una articulación que tiene dentro de sí mismo articulaciones más pequeñas que conforman el denominado complejo del hombro. Se conforman muchas estructuras, como ligamentos, tendones, músculos, cápsulas, etc., que pueden generar dolor. Se trata de una articulación muy importante porque dependemos de ella para movernos, para generar todos los movimientos que hacemos con las manos y brazos, que son muchos y se relacionan con la vida cotidiana de las personas. Entonces cuando existe un dolor crónico se altera la calidad de vida de ese individuo”.

¿La persona deja de descansar correctamente?

Esta característica se acentuó con la pandemia. Apareció mucho el insomnio, la dificultad para conciliar el sueño, o tener un sueño tan liviano que la persona se despierta fácilmente, o se despierta y luego no puede dormir más. Esta alteración del descanso reparador a través del sueño, perjudica mucho mas el cuadro del dolor de hombros, porque no hay descanso, por lo cual se empieza el día con una fatiga en todo el cuerpo, que hace que durante el día, con cualquier simple movimiento, ese dolor crónico se percibe mucho. Llega un momento que estos dolores se instalan más en el cerebro que en las articulaciones”.

¿A qué se debe que el dolor se advierta mas en el cerebro que en la zona afectada?

El dolor es el más frecuente o más popular de todos los síntomas. Tiene todo una vía, porque puede ser agudo, que se siente ante un golpe, que es mas periférico, es decir duele la zona donde ocurrió el golpe. Cuando ese dolor continúa en el tiempo, la persona convive más de seis meses, o años, ese dolor pasa a ser crónico por lo cual utiliza toda la vía del dolor”.

Kinesiólogo Diego Rodríguez

¿Cómo es la vía del dolor?

“El dolor ingresa al cuerpo por los hombros, luego viajando hasta la médula espinal, entra al sistema nerviosos y de ahí al cerebro. Aquí es donde la persona hace consciente ese dolor, lo interpreta como algo intenso y se transforma en una alarma para el cuerpo. Esta interpretación es lo que complica el dolor crónico, porque el cerebro ante situaciones de poca gravedad, dice que se trata de un dolor. Esta es la razón por la cual nos cuesta tanto a los terapeutas sacar ese dolor, porque el mismo no solo está en el hombro, sino que se aloja en el sistema nerviosos de la persona”.

Se trata de una mera realidad fisiológica

Totalmente. No es que se transforme en un dolor psicológico. Sino que realmente a nivel físico el dolor sigue dicha ruta donde pueden aparecer un par de alteraciones. Puede pasar que por hacer mucho esfuerzo, o un movimiento inadecuado, como levantar la mano por encima de la cabeza, se puede generar un dolor que daña al hombro. Pero mas allá de un dolor periférico, puede pasar que exista una sensibilización central, donde el cerebro ante una situación menor, también interpreta que ese dolor es importante para esa persona. Es decir que se presentan ambos componentes, el periférico y el central. Cuando hay dolor crónico fallan los dos componentes porque el sistema se pone en alerta aunque la situación no sea de tanta gravedad”.

¿Es verdad que la persona se acostumbra al dolor?

Hay algo de verdad en esa frase. El dolor tiene receptores que captan determinada intensidad e informan al cerebro. Muchas veces la persona se adapta a un dolor. Cuando nos golpeamos, automáticamente intentamos frotar la zona con la mano, como queriendo sanar, tal cual hacían nuestras madres o abuelas. En esa situación se estimulan los receptores de tacto para no percibir tanto ese dolor. Si lo llevamos a una situación de desequilibrio, es decir a una enfermedad, puede causar lo contrario. Es decir, que ante cualquier estímulo táctil, ya sea que se roce suavemente, o se ubica en una posición incómoda, también se advierte como un dolor. Este es el motivo por el cual se trata de una especialización dentro de la medicina, porque el dolor presenta una complejidad muy importante.

¿Se advierte más en post pandemia?

Lo que mas advertimos es que el dolor se convierte en crónico con mayor facilidad. Obviamente debemos pensar en los distintos factores que hacen que una persona pueda estar más o menos sana, y en relación a todo lo que paso en pandemia, aparecen puntos muy relevantes”.

El cuerpo habla

“Es así. El cuerpo habla porque existe un componente bio-psico-social, entonces por más que hagamos esfuerzos constantes para que la parte física y corporal esté sana, si el componente psicológico se altera, con una situación de miedo e incertidumbre, sumado a un aislamiento social muy marcado, tenemos un problema. Porque muchas personas de pronto no pudieron trabajar, o salir a caminar y moverse libremente. Es decir que la afectación psicológica le ganó por lejos a la cuestión física. Seguramente muchas personas sanas desde el punto de vista físico, han padecido situaciones donde han llegado a pensar que la salud general está en riesgo”.

¿Por donde pasan las soluciones?

Los kinesiólogos tenemos un arsenal para trabajar sobre el dolor. Existe la electroanalgesia, la terapia manual, las técnicas de osteopatía, etc. Es decir que tenemos diversas formas para intentar que disminuya y que desaparezca ese dolor. Lo más importante de todo es que la persona recupere la movilidad de su cuerpo. Si una persona se mueve, de la forma en la que utiliza su cuerpo, le manda información al cerebro, antes de que las vías de percepción del movimiento, que muchas veces son las mismas que las del dolor. Entonces si la persona se mueve, le utiliza el cable al dolor y de esa manera el cerebro interpreta que duele menos. A veces es paradójico, porque muchas personas no se mueven justamente por miedo a tener dolor. La idea es dar argumentos para que a pesar de tener un dolor, si este no es incapacitante, si permite realizar ciertos movimientos controlados, es preferible ponerse en acción porque es una de las formas más efectivas de no percibir dolor. De esta manera la persona le va ganando a esa vía de recorrido que se encuentra en hiperalgesia (reacción al dolor)”.

¿Es fundamental la constancia en el tratamiento?

Lo más importante de todo es la confianza del paciente. Cuando existe dolor o miedo, lo primero que la persona hace es paralizarse. Es común dejar el brazo quieto, sostenerse el hombro con la otra mano, etc. Cuando el paciente toma confianza en la práctica del tratamiento, la persona de a poco empieza a moverse y se da cuenta de que eso le hace bien. Entonces quizás un dolor que era de 6, luego de del plan de ejercicios, ese dolor baja de manera objetiva. A partir de ahí aparece la constancia que es imprescindible porque como siempre decimos, que el único que puede hacer algo por ese dolor, es la persona afectada

¿La falta de movilidad fue el gran problema de la pandemia?

Claro. Las personas sedentarias siguieron así. Pero una gran mayoría de personas muy activas, que dedicaban un tiempo a caminar, o la gran posibilidad de ir a sus trabajos, lo cual es muy importante, dejaron de hacerlo repentinamente. Esto fue de un gran impacto para el cuerpo, no solamente en lo muscular, sino en todo lo que participa del movimiento. El sistema nervioso es el primero que nota que la persona se mueve menos. El recuperar la motricidad natural de la apersona, a través de salir a pasear, socializar, tener un hobby, un deporte, es la vida misma. Entonces cuando se recupera esa vida el dolor con el que la persona convive, se percibe menos”.

¿Somos protagonistas de nuestra propia recuperación?

Cuando se consulta a un especialista no hay una respuesta concreta acerca de esa situación. Ahora, si analizamos los hábitos de vida de una y otra persona, quizá podamos encontrar argumentos más sólidos para este fenómeno. Quizá el resultado de mantener hábitos saludables no se vean en el corto tiempo, porque se trata de un camino mas largo. Pero cuando se presentan situaciones extremas se nota mucho la diferencia en aquel que mantiene costumbres saludables donde su sistema inmune se advierte fortalecido de manera especial”.

¿La kinefilaxia aparece como un nuevo recurso?

La kinefilaxia no es ni más ni menos que la prevención en kinesiología. Pareciera como que se puso de moda, pero en realidad es tan antigua como el mismo movimiento. Lo que ocurrió es que la pandemia puso de manifiesto que las personas no podían acercarse a un lugar para recibir una terapia manual, entonces  desde la posibilidad remota, desde su propia casa o celular, recibieron información de cómo cuidarse. La posibilidad de aprender a generar el auto cuidado, que es uno de los pilares fundamentales de la prevención. Se adquirió y adoptó la kinefilaxia como una gran herramienta para estar mejor, lo cual se convirtió en algo muy positivo dentro de ese contexto. Porque la pandemia ha dejado un saldo donde la mayoría de las personas tiene en claro cómo cuidarse a sí mismo. Esto genera una actitud y una toma de conciencia donde la persona sabe que quiere vivir más años con calidad, lo cual es un cambio de paradigma al que hemos tenido que adaptarnos poniéndonos a la altura de la circunstancias”.