Balance a dos años de pandemia

En diciembre de 2019 fueron identificados los primeros casos de una enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. Inicialmente fue llamada “neumonía de Wuhan”, ya que los reportes señalaban casos de grupos de personas con un tipo de neumonía desconocida. La mayoría de los afectados tenía vínculo con trabajadores del Mercado mayorista de mariscos de Huanan. Por entones en nuestro país no prestábamos demasiada atención a lo que sucedía en China, hasta que el 30 de enero de 2020 La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia de salud pública de importancia internacional, y la reconoció como pandemia el 11 de marzo de 2020, cuando se informó 4.291 muertes y 118.000 casos positivos en 114 países.  A partir de allí, el mundo entero se sumergió en un terreno sombrío, plagado de incertidumbre y temores.
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El 20 de marzo del 2020 quedará en la memoria de los argentinos cuando las autoridades nacionales nos pedían de manera contundente: “quedate en casa”. El eslogan se convirtió en una extraña manera de seguir nuestras vidas, ya que claramente todo cambió, para todos. Lejos de los compañeros de trabajo en muchos casos. Lejos de las aulas y los gimnasios. La vida se puso “en pausa” y debimos aprender sin manuales, cómo seguir tratando de no contagiarnos de una enfermedad que nos avanzaba rápidamente.

Empezaron a cobrar protagonismo por televisión los infectólogos. Los medios de comunicación necesitábamos informar a la opinión pública lo que estaba ocurriendo en el mundo entero. Los profesionales asumieron la misión de explicar de qué se trataba este coronavirus que resultaba una verdadera amenaza para la ciudadanía. Se incorporaron a nuestro lenguaje cotidiano, los protocolos, el barbijo, el alcohol en gel y la distancia física con los demás. Todo ocurría con una dinámica extraordinaria. Los médicos se sumaban vía Zoom a las reuniones internacionales de científicos y colegas intentando diseñar argumentos sólidos para conformar a las personas. Nacían especulaciones que debíamos derrumbar con los reportes oficiales de cada momento. La población atendía los móviles periodísticos desde Casa de Gobierno para saber si seguía el “Aislamiento”, o pasábamos a un “Distanciamiento”, en la difícil tarea de evitar contagios.

Estamos cumpliendo dos años de aquella cuarentena cerrada que se dispuso en el país. Nada más parecido a “un Estado de sitio”, con calles vacías de gente, con horarios para transitar, y un sinfín de limitaciones que nos impedían las reuniones con “otras burbujas”. No se podía besar ni abrazar. Y el simple hecho de estar parado frente a otras personas, nos hacía sentir que ese podría contagiarnos, y así, llevar el virus a nuestro hogar. Cada quien que se contagiaba experimentaba la culpa, además de los síntomas. El “coronavirus nos sorprendió a todos con lo puesto”, dejó en claro la especialista en educación la Licenciada Liliana González. Quizá uno de los profesionales que tomó la posta con gran claridad para analizar las idas y venidas en el mundo de los niños y adolescentes. En aquel proceso repentino, de tanto aprendizaje, muchos descubrieron la posibilidad de estudiar y trabajar desde casa. Con más voluntades humanas que recursos, transitamos la pandemia como se pudo, sabiendo que a nuestro alrededor muchas familias en desgracia, perdían seres queridos a causa de la infección por Covid.

Hace poco más de un año esperábamos ansiosos el primer desembarco de vacunas y se abría el debate en relación al laboratorio que ofrecía la mejor fórmula, la combinación de marcas y las dosis que se iban sumando, entendiendo la gran necesidad de generar una fuerte barrera frente al coronavirus. En medio de las discusiones las cepas o variantes iban ganando terreno. Nos aprendimos sus nombres y características particulares, además del impacto diferente en el organismo humano. Actualmente diversos especialistas se animan a aventurar que Ómicron se convertirá en la función de despedida de la pandemia que ha causado hasta el momento mas de 125.000 muertes en Argentina.

INS convoca a importantes referentes de la infectología, (grandes colaboradores en ofrecer información seria y precisa) para formularles la misma pregunta: ¿Cuál ha sido su mayor aprendizaje como médico frente al coronavirus?

En tal sentido la Dra. Elena Obieta (MN 76.451) reflexiona acerca de la pandemia: Mi mayor aprendizaje lo experimenté como persona, al volver a confrontar con la posibilidad de la muerte propia y de los seres amados. Tuvimos que aprender que todo puede cambiar de un día para el otro, que es difícil concretar proyectos porque todo puede desvanecerse y debemos adaptarnos a ese cambio posible. Como médico creo que puedo pensar en un par de aprendizajes importantes. En la desesperación de no saber a lo que nos estábamos enfrentando, por lo nuevo, tan letal, apreció la necesidad de juntarnos todo el tiempo. Compartir el conocimiento con los colegas del mundo fue un gran aprendizaje para mí. Tuve que aprender a transmitir a la comunidad las evidencias que iban apareciendo, lo cual fue un hermoso transitar personal. Compartir la situación con los colegas de las guardias que se mostraban desgastados, me hizo sentir útil en la emergencia. Trabajar en equipo con profesionales atentos a la realidad fue lo mas impactante, estudiando full time, dedicase a la situación del mundo y volverse un experto en técnicas del Zoom”.

Por su parte el médico cordobés Dr. Hugo Pizzi (MN 54.101) compartió su sentimiento con INS al decir categórico: Nunca creí vivir una tragedia de esta magnitud. Tampoco pensé que apareciera un virus más contagioso que el sarampión. Tuve el gran aprendizaje de observar lo más solidario y lo más miserable del ser humano. Considero que nos queda el desafío de la reparación físico-mental de la humanidad toda. Sera una tarea ardua por las secuelas y el impacto en la psiquis. Creo que luego de esta transición, comienza una nueva y desafiante tarea para el mundo médico”.