La pandemia y su afectación en la salud mental, sus consecuencias actuales y futuras

Los profesionales vinculados con la salud mental insisten en hacer un fuerte llamado de atención sobre los efectos que el covid-19, la pandemia, y el aislamiento, han de producir en este momento y a futuro en la salud de las personas. Los expertos señalan que todo lo relacionado al distanciamiento social y la cuarentena van en contra de la naturaleza humana. A dichas medidas de prevención le sumamos la realidad social de las personas, donde aparece la amenaza del virus, la pérdida de la estabilidad económica y la incertidumbre como una constante en este proceso mundial. La psicóloga Marina Simon (MP 857) describe perfectamente actitudes, comportamientos y consecuencias de lo que experimenta la gente en el marco de la pandemia.
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¿De qué manera afecta a las personas la incertidumbre en torno a la pandemia?

«En la gran mayoría de las personas la incertidumbre provoca ansiedad. Se experimenta una sensación de estrés al no poder controlar lo que sucede. Hay gente que se enoja y se frustra mucho. Se potencia la ira de una forma inapropiada o se intenta aplacarla, también de formas inapropiadas, a través del consumo de sustancias, el exceso de comida, etc. En cambio otras personas frente a la incertidumbre se congelan y quedan totalmente paralizadas. Hay quienes sienten que no tiene sentido hacer nada porque el miedo los paraliza y desorienta. Si la persona se enfoca mucho en las pérdidas, puede existir una reacción de tipo depresiva al manifestar mucha tristeza. Lo que se observan son reacciones post traumáticas. Investigadores de la Universidad Israel, acaban de publicar resultados bastante impactantes. Tomaron imágenes cerebrales de personas sin patologías, que habían estado encerradas, comparándolas con imágenes cerebrales que ya tenían de esas mismas personas antes de la pandemia, en su vida normal. Lo que describe este informe es que algunas estructuras cerebrales relacionadas con la reacción al trauma, se han agrandado (amígdalas, hipotálamo). Es decir que el efecto del encierro ha sido tan potente que hasta ha afectado nuestra anatomía. La estructura de nuestro cerebro cambia de tamaño cuando la persona está en situaciones traumáticas crónicas (violencia física, etc). Mientras ocurre esto, nuestras reacciones son distintas. Esto es muy sencillo de ver incluso en la calle, con personas como abombadas, como desconectadas, que de pronto tienen reacciones de exceso de ira y de mucha agresividad. Lo positivo es que como el cerebro es plástico, cuando termina el encierro, lentamente retoma su estructura normal«.

¿Qué es  la ansiedad?

«La ansiedad siempre es una relación entre lo que yo percibo como una amenaza, y las herramientas que yo siento que tengo. Si me viene a atacar un mosquito y cuento con un repelente, para mi será algo manejable. Ahora, si me viene a atacar un elefante y yo tengo un repelente, eso será para mi una situación impresionante. Es decir, se relaciona, no sólo con lo que viene, sino con lo que cuento para enfrentarlo. A veces la persona está fuera de foco y le cuesta ver las herramientas a disposición. Y al mismo tiempo estamos sobrexpuestos a la información y desinformación de dicha amenaza, y a esto le sumamos incertidumbre constante. Aquí es donde sube el nivel de estrés provocando distintos trastornos de ansiedad ( ataques de pánico) o el compulsivo obsesivo, donde la persona tiende a lavarse mucho las manos, exagerar la limpieza de la casa, y fundamentalmente estar todo el tiempo preocupado por todo, enroscarse con lo que sea que ocurra a su alrededor. La situación que estamos atravesando puede potenciar cualquiera de estos trastornos«.

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¿Es fácil reconocer una persona con ansiedad?

«Depende de cuánto de conversadora sea esa persona. Si todo el tiempo está contando de sus preocupaciones es sencillo reconocerlas, pero muchas veces la procesión va por dentro. Quizá en los casos en que las personas no exteriorizan demasiado, aparecen más afectaciones fisiológicas (contracturas permanentes, malestar gastrointestinal, dolores que no tienen ningún correlato orgánico). Si no se pueden controlar hay que acercarse a un profesional de salud y colaborar con actividad física porque ayuda a bajar los niveles de ciertas toxinas en sangre, y fundamentalmente, aprender a respirar. Cuando se practica la respiración profunda como en yoga, tan investigada en su impacto en casos de ansiedad, se reducen los niveles de estrés. Este tipo de respiraciones son claves a la hora de una crisis, aunque es entendible que cuesta mucho por la tensión abdominal«.

¿Se puede estar al margen de la información para que no nos afecte más de la cuenta?

«El personal de salud en general, los comunicadores, etc,  deben entender que cuando dejamos de trabajar se debe cortar y hacer mas de lo que nos hace bien, como la recreación, mucha actividad física, entretenimiento para reír, etc. Asegurarse una disciplina diaria donde a pesar de verle la cara a la parte más dura de la realidad, está nuestra propia salud mental«.

¿De qué tratan la tristeza y la depresión?

«En  la pirámide de las necesidad básicas que tenemos los seres humanos, nos damos cuenta de que luego que esas necesidades se advierten cubiertas, se empiezan a desarrollar otras necesidad mas elevada ( la seguridad, el entorno social, el empleo, los vínculos afectivos, y  la autorrealización ). Ante este cambio de contexto que significa la pandemia, sentimos algunas de estas necesidades amenazadas, y en algunos casos imposibilitadas. Tal es el ejemplo de un adulto cuando no puede trabajar, un niño cuando no puede ir a la escuela, un adulto mayor cuando no tiene estímulo social. En todas estas situaciones se puede desarrollar un malestar psíquico porque se trata de pérdida de oportunidades y desarrollo personal. Esto causa una tristeza muy grande. Quizás los niños no se ponen a llorar, pero si se manifiestan muy irritables y malhumorados, y esto se asocia rápidamente con una tristeza. En cuando a los adultos mayores, que están mas aislados que el resto, y que han registrado una ausencia de su entorno social, se advierte un gran desgano y desmotivación frete al día a día. Es decir que la tristeza es una emoción normal mientras se exprese un rato nomás. Siempre hay que analizar cuánto afecta mi funcionamiento diario aquello que siento. En tanto la depresión es cuando la persona deja de hacer las cosas que habituales de su vida. Cuando la persona deja de cocinar, no se levanta de la cama, cuando ya no quiere bañarse, cuando ya no quiere hablar a la gente con la que le gustaba hablar. Este desinterés no es producto de un duelo puntual, sino que de repente se apodera de la persona. Cuando el cuadro toma este carácter clínico es muy importante no demorarse en buscar ayuda«.

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Recientes estudios señalan una gran insatisfacción corporal. Las mujeres necesitan estar delgadas y los hombre desarrollar mayor musculatura ¿Se advierten estas cuestiones?

«Existe mucha presencia de estas actitudes en el consultorio. Lo primero que hay que señalar es que estamos todos con cierto malestar, con lo cuál es muy fácil mirarse al espejo y no gustarse. Es decir que si la persona se siente mal, inevitablemente influye en las percepciones. Y esto se combina con que vemos menos gente real que antes. Lo que está a nuestro alcance es lo que muestran las redes sociales donde aparecen personas demasiado perfectas, es decir las que se muestran para las fotos. Pero que claramente no es la gente que vemos en la calle. Entonces las personas no se están comparando con una vidriera de gente normal, sino todo lo contrario. Lo que observamos es que aparece la tentación de pretender controlar algo, ya sea nuestro peso, o nuestra apariencia en general, lo cual nos pone en riesgo de este tipo de trastornos».

¿Qué es un ataque de pánico?

«Se trata de un fenómeno de ansiedad muy importante, donde las personas experimentan distintos síntomas: sudoración, taquicardias, aceleres del ritmo respiratorio, imposibilidad para respirar normalmente, dolor en el pecho, vómitos, diarreas, temblores o picazones en todo el cuerpo. La sensación inevitable de la persona en medio de una crisis así, es que se va a morir, que está sufriendo un infarto, o algo verdaderamente grave. Generalmente el paciente la primera vez que experimenta un ataque de pánico, se asusta tanto que termina en la guardia de un hospital, hasta que la persona aprende a conocerse y entiende que se trata de un trastorno sensorial. Lo que sucede es que es tan desagradable sentirlo que la persona desarrolla como un miedo al miedo. El temor de que no le vuelva a pasar en una situación poco fácil de manejar, por lo cual permanece en un estado de alerta extremo, y esto es una manera de potenciar que el episodio vuelva a pasar. Este tipo de trastorno se encara de igual forma que el de ansiedad: mucha respiración, entender muy bien que no se trata de un infarto, que no te vas a desmayar, ni morir. Que se trata de un momento, apenas unos minutos y si ponemos esfuerzo en prestar atención a otra cosa en ese momento del ataque, más rápido va a pasar. Y si resulta que se trata de un patrón muy instalado, a veces es necesario tomar medicación, no hay que temer a este tipo de tratamientos, porque verdaderamente ayuda a cortar esta constante en la persona».